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EL HOMBRE QUEMADO

Habia una vez un niño que vivía con sus padres en un pequeño pueblito que estaba cerca del bosque.  Durante el día, su padre trabajaba en el campo cuidando el ganado, mientras sus hijos mayores ayudaban a su madre a cocinar y a limpiar la casa. El niño, al ver que los demás estaban siempre ocupados, se dedicaba a jugar y a hacer travesuras, lo que enfadaba a su madre y hacía que sus hermanos se sintieran traicionados por él ya que no colaboraba con las labores del hogar.

Cierto día, su madre cansada de la conducta desinteresada de su hijo, le dijo:  –¡Si no te comportas, el hombre quemado vendrá por ti y te llevará con él para siempre! –   El niño asustado le pregunto: ¿Quién es ese hombre? –.  Su madre se le acerco, y agrego: –Escucha con atención la historia que voy a contarte. Hace muchos años habitaba cerca de aquí un niño que se llamaba Abu. A él le gustaba jugar con fuego, y en varias ocasiones causo pequeños incendios en su casa, afortunadamente sin graves consecuencias.  Su madre le prohibio que volviera a hacerlo, y en contra de su voluntad, lo mantuvo encerrado en su habitación por varios días, hasta que una noche se escapó de allí y a escondidas se fue al bosque donde encendió una hoguera con ramas y hojas secas.  Desafortunadamente, una chispa cayó sobre su ropa y rápidamente las candentes flamas se extendieron por todo su cuerpo provocándole severas quemaduras.  El niño sobrevivió, pero su madre temerosa de que la gente del pueblo lo menospreciara por su terrible aspecto, lo mantuvo oculto por muchos años en una cabaña en el bosque.  Al morir ella y quedar completamente solo en el mundo, el salió de alli para buscar alimento, y durante su recorrido tuvo un encuentro con unos niños que acampaban cerca de un rio.  Timidamente intento acercárseles, pero ellos al verlo se burlaron de su apariencia, provocando en el tanta decepción que juro vengarse de todos los niños malcriados y traviesos.  Desde entonces, varios niños de este pueblo han desaparecido, y algunas personas han afirmado que lo han visto llevándoselos a su cabaña donde les quita la piel para colocarla sobre su cuerpo y calmar su eterno dolor–. 

Su hijo la miraba incrédulo al escuchar su relato, y le dijo desafiante: –No te preocupes mama, yo no le tengo miedo.  Estoy seguro de que si quiere atraparme fracasara en su intento, ya que si el está completamente quemado como tú dices, entonces no podrá caminar ni correr detrás de mi, y así yo podre escapar–.  Ante su respuesta, su mama se dio cuenta de que su hijo no comprendía el peligro al que podría enfrentarse, y desesperada le respondió: –¡Ya estas advertido, así que de ahora en adelante debes portarte bien!–. 

Esa noche, el niño permaneció en su cama sin poder dormir, y al cabo de varias horas de estar dando vueltas en su cama tomo la decisión de salir al patio de su casa y dormir bajo las estrellas.  Allí estuvo un rato en la oscuridad de la noche, y cuando al fin había logrado quedarse dormido, lo despertó una suave música parecida a la que su padre solía tocar cuando la familia se reunía después de cenar.  Sin embargo, se dio cuenta de que la música no provenía del interior de su casa, sino de la profundidad del bosque.  Sintiendo curiosidad se levantó, y observo a lo lejos la tenue luz de una hoguera, y pensó:  –¿Quién la habrá encendido a estas horas de la noche? ¿Habrá sido uno de mis hermanos? ¡No, no lo creo! Ninguno se atrevería a salir de casa y caminar por el bosque sin el permiso de mis padres–.  Luego se dirigió hacia la luz y al ir acercándose, vio como las temblorosas llamas formaban la extraña silueta de un hombre que lo aterrorizo.  Allí permaneció en silencio por unos momentos, hasta que escucho una voz que le dijo: – No tengas miedo, y acércate a mí.  Se que estás pensando en huir, pero a donde vayas, yo te alcanzare porque las quemaduras en mi cuerpo no me impiden correr–.  El niño lo observo cuidadosamente, y horrorizado vio como de su cuerpo le colgaban pedazos de piel calcinada, tenía la cara roja y desfigurada, y sus ojos sangrientos reflejaban el odio y la furia que lo invadían. Venciendo su miedo camino lentamente hacia aquel grotesco ser, y aunque sentía repugnancia al verlo, se atrevió a preguntarle: –¿Quién es usted? –. El hombre le dijo con voz ronca: –¿Sabes lo que les sucede a los niños desobedientes y traviesos como tú?  Y sin darle tiempo de responder, con un rápido movimiento tomo con sus fuertes manos el pequeño y delicado brazo del niño, y de un solo golpe lo arrojo al fuego, y exclamo:  –¡Debiste obedecer y escuchar los consejos de tu madre! –. 

Y el siniestro ser se quedó allí hasta el amanecer saboreándose hasta el último hueso.

AUTOR:  FOLKLORE EGIPCIO – Leyenda de Abu Rigl Maslukha

RECOPILADO Y ADAPTADO POR: KIDSINCO

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