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EL GRITO DE DOLORES – UN GRITO LIBERTARIO

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©  EL GRITO DE DOLORES – UN GRITO LIBERTARIO

 

 

 

PERSONAJES:

NARRADOR

IGNACIO ALLENDE

JUAN ALDAMA

MIGUEL HIDALGO

HOMBRE 1 EN LA MULTITUD

HOMBRE 2 EN LA MULTITUD

HOMBRE 3 EN LA MULTITUD

MUJER 1 EN LA MULTITUD

MUJER 2 EN LA MULTITUD

HOMBRE EN CASA

ESPOSA DE HOMBRE EN CASA

MULTITUD

 

 

 GUION:

 

 

NARRADOR:  La madrugada del 15 de Septiembre de 1810, era larga.  El Cura Miguel Hidalgo se movía nervioso de un lado a otro en la Sacristía de su iglesia, en compañía de Ignacio Allende y Juan Aldama.

 

 

IGNACIO ALLENDE: Señor cura, nuestra conjura ha sido descubierta por las tropas del Virrey.

 

 

 JUAN ALDAMA:  En estos mismos momentos están siendo apresados todos los conspiradores ya que el ejército tiene el nombre de la mayoría de ellos.

 

 

IGNACIO ALLENDE:  Incluyendo los nuestros.

 

 

JUAN ALDAMA:  No debemos de perder más tiempo, cada minuto que pasa el peligro aumenta.

 

 

IGNACIO ALLENDE:  Es cuestión de horas para que vengan por nosotros.

 

 

JUAN ALDAMA:   Señor Cura, ¿que haremos?  Necesitamos hacer un plan.  Tenemos que actuar rápidamente, o seremos arrestados dentro de algunas horas, y probablemente fusilados por los soldados del Virrey.

 

 

MIGUEL HIDALGO: Tenemos que empezar el movimiento esta noche.  De no hacerlo ahora, seremos esclavos para siempre. ¡Este es el momento!.

 

 

IGNACIO ALLENDE:  ¿Como haremos para que el pueblo nos siga a la batalla?.

 

 

MIGUEL HIDALGO:  Aun no lo sé.  Vienen tiempos muy difíciles para México, que costara mucha sangre, hermanos contra hermanos, peleando en pos de la libertad.

 

 

JUAN ALDAMA:  Estoy convencido de que saldremos victoriosos, y México lograra ser un país independiente, libre, y justo para todos sus habitantes.

 

 

NARRADOR:  La Sacristía se empieza a llenar de personas, que a gritos quieren hablar con el Cura Hidalgo.

 

 

HOMBRE 1 EN LA MULTITUD: Señor Hidalgo, huya, su vida es muy preciada para todos sus feligreses.  Nosotros protegeremos su huida.

 

 

MIGUEL HIDALGO:  Huir no es una opción.  Necesito pensar, guarden silencio, iré unos minutos al cuarto de los bautizos para pensar, y pedir auxilio a nuestro buen Dios.

 

 

NARRADOR:  Hidalgo se retira, y las personas en la Sacristía guardan silencio.  Solo se escuchan murmullos.

 

 

MUJER 1 EN LA MULTITUD:  Pobre padre, es un santo.  No sé porque Dios lo está haciendo pasar por esto.

 

 

HOMBRE 1 EN LA MULTITUD: Además de santo, es un patriota.

 

 

HOMBRE 2 EN LA MULTITUD:  ¡Silencio!.  Dejémoslo pensar.

 

 

HOMBRE 3 EN LA MULTITUD:  Pero las fuerzas del Virrey son enormes.  Que podemos hacer nosotros, unos pobres provincianos, de un pequeño pueblo perdido en la inmensidad de la Nueva España, como es Dolores.

 

 

MUJER 2 EN LA MULTITUD:  Dejen de decir esas cosas, este es momento para reflexionar, y ver hacia el futuro.

 

 

NARRADOR:  La multitud calla.  Minutos después el Cura Hidalgo sale.

 

 

MIGUEL HIDALGO:  Ignacio, ya he pensado que no hay forma de evitar que el inicio del movimiento armado para lograr nuestra independencia empiece.

 

 

IGNACIO ALLENDE:  Pero necesitamos un símbolo que todos nuestros compatriotas reconozcan como suyo, y que los impulse a comenzar la lucha y a seguir combatiendo hasta lograr nuestra libertad.

 

 

JUAN ALDAMA:  No imagino nada que nos una a todos los mexicanos.

 

 

MIGUEL HIDALGO:  ¡Lo tengo!.

 

 

NARRADOR:  El Cura Hidalgo se dirige hacia el pedestal que contiene un estandarte.

 

 

MIGUEL HIDALGO: (trae en sus manos un estandarte)   Aquí lo tienen.  Nuestra sagrada imagen de la Virgen de Guadalupe.  Solo ella puede lograr que los mexicanos luchemos unidos.  (Se dirige a la multitud que se encuentra en la Sacristía).  Hermanos, es el momento de que México sea libre, nuestro movimiento ha sido descubierto, y no es momento de hacernos hacia atrás.  He tomado la decisión de convocar a todo el pueblo de Dolores y pueblos aledaños, a que se presenten a la plaza frente a esta iglesia, y que se unan a la causa.

 

 

IGNACIO ALLENDE:  Y como lograremos esto.

 

 

MIGUEL HIDALGO:  Tocare las campanas para llamarlos, y el repiqueteo de ellas, será el canto que despierte la conciencia libertaria de este pueblo tan sometido por España.

 

 

NARRADOR:  Miguel Hidalgo seguido por la multitud se dirige a las afueras de la Iglesia, toma entre sus manos las cuerdas del campanario y comienza a sonar las campanas .  El sonido de las mismas se extienden en medio de la oscuridad de la noche, llamando a toda los fieles a presentarse.  En todas las casas la gente se despierta asustada, y comienzan a murmurar.

 

 

HOMBRE EN CASA:  ¿Que horas son estas de estar sonando las campanas?.

 

 

ESPOSA DE HOMBRE EN CASA:  Han de ser algunos bromistas, o el Cura se volvió loco.

 

 

HOMBRE EN CASA:  Intentemos seguir durmiendo.

 

 

NARRADOR:  Pero el ruido de las campanas continua ininterrumpido.  Por lo cual el pueblo, al ver que las campanas no dejan de sonar, acude a la plaza en la que se encuentran al Cura Hidalgo con el brazo extendido enseñando a todos el estandarte de la Virgen de Guadalupe.  Al ver la plaza llena de gente, el Cura Hidalgo comienza a hablar.

 

 

MIGUEL HIDALGO:  ¡Viva la religión!. ¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!. ¡Viva la América y muera el mal gobierno

 

 

MULTITUD:  ¡Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines!.

 

 

MIGUEL HIDALGO:  ¡Viva México!. ¡Viva México!. ¡Viva México!.

 

 

NARRADOR:  La multitud sigue a Hidalgo.  Son los primeros pasos de un país en nacimiento.   México un país de libertades y generoso con sus hijos.  Un país de justicia y libertad para todos.  Un país en que cualquier esclavo que llegue a él, por el simple hecho de estar en el, será libre.

 

 

FIN

 

 

Autor:  K I D S I N C O – Basado en un hecho histórico de la guerra de Independencia de Mexico.

 

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