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El Regalo de las Monedas de Oro y las Ranas

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EL REGALO DE LAS MONEDAS DE ORO Y LAS RANAS

Había una vez una mujer viuda que tenía dos hijas que eran muy parecidas, pero que tenían un carácter muy diferente. Lamentablemente, la madre quería más a su hija mayor porque pensaba que era muy parecida a ella, ya que las dos eran muy orgullosas y poco amables.

Un día  la hija mayor estaba frente al espejo, y dijo: “Oh, Soy tan hermosa que merezco casarme con un príncipe guapo y rico”.  Mientras que la hija menor era muy dulce, honesta, y agradecida así como lo era su padre. Desafortunadamente, tanto su mama como su hermana siempre le daban los trabajos más pesados de la casa. Y le decían: “Apresúrate, tienes que lavar los platos, cocinar, limpiar, y alimentar a los animales”.  Ella siempre contestaba con dulzura: “No se preocupen, hare todo tan rápido como pueda”.

Un día la hermana menor fue por agua a la fuente, y en el camino se encontró a una anciana que le dijo: “Tengo mucha sed.  ¿Podrías darme un poco de agua?”, y ella le contesto: “Claro que sí.  Tome toda la quiera hasta saciar su sed”.  La anciana bebió agua, y dijo: “Eres muy bonita y bondadosa, y por eso te daré un regalo.  Siempre que hables, de tu boca saldrán monedas de oro”.  La anciana era en realidad una hada que había tomado la apariencia de una pobre mujer para ver hasta dónde llegaba la bondad de la joven.

 Cuando ella regreso a casa, su madre estaba muy enojada porque se había tardado mucho.  “Lo siento mucho, pero me encontré a una ancianita y me dijo que le diera un poco de agua”, le dijo su hija.  Y en ese momento muchas monedas de oro salieron de su boca.  Su madre se quedó maravillada, llamo a su hija mayor, le contó lo sucedido, y le dijo: “Anda, ve tú también a buscar a esa anciana.  Con todas las monedas de oro que salgan de tu boca y de la de tu hermana nos haremos ricas, y al fin podrás casarte con ese príncipe con el que tanto has soñado”.

La hija mayor salió entusiasmada, y al llegar a la fuente de agua allí estaba la anciana, quien al le dijo:  “Tengo mucha sed.  ¿Podrías darme un poco de agua?”, y la joven le contesto: “Claro que sí”. Cuando la anciana empezó a tomarla, derramo un poco sobre el vestido de la joven, y ella furiosa le dijo: “Mire lo que ha hecho vieja tonta.  Arruino mi vestido de seda.  Usted, además de sucia, es muy torpe”.  La anciana, la miro tristemente y le dijo: “Eres muy arrogante.  Y como eres tan poco amable, cada vez que hables saldrán ranas de tu boca, porque eso es lo que tienes en tu corazón”.  La joven miro a la anciana muy asustada, se fue corriendo hacia su casa, y cuando llego entro gritando: “Mama ya regrese.  Tengo que decirte lo que sucedió”.  Su madre y su hermana la vieron sorprendidas, y su madre dijo llena de repulsión: “Qué asco, cada vez que hablas te salen ranas de la boca”.  Su hija empezó a llorar desconsoladamente, pero su hermana para consolarla, le dijo: “Iré al bosque a buscar a la anciana y le diré que perdone tus groserías, y me disculpare por ti”.  Entonces se fue rápidamente a buscar a la anciana, y después de mucho caminar, finalmente la encontró: “Oh, me da mucho gusto verla.  Vine a buscarla para pedirle que por favor perdone lo que le dijo mi hermana”. La anciana se le acerco lentamente, y le contesto: “Ella es muy arrogante, y debe aprender a ser humilde y modesta.  La perdonare, pero te quitare el regalo que te di”. “Estoy de acuerdo, y muchas gracias por todo”, le dijo la joven.  Y después de haber dicho esto, abrazo a la anciana, y se fue.

Después de eso, su madre y su hermana aprendieron a respetarla y vivieron felices juntas.  Sin monedas de oro y sin ranas.

AUTOR: CHARLES PERRAULT

ADAPTADO POR: K I D S I N C O

 

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