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Había una vez un rico mercader que iba a hacer un viaje muy largo, pero antes de irse le dijo a uno de sus mejores amigos: “Mi hermana está muy enferma y tengo que ir a verla. Tú eres mi mejor amigo y no tengo a nadie más en quien confiar, ¿podrías cuidar mis monedas de oro mientras estoy lejos?. Su amigo le contesto: “Cuenta conmigo, que para eso son los amigos. Tu oro estará en muy buenas manos. No te preocupes, las pondré en un lugar seguro, y espero que tu hermana se alivie pronto”. El mercader le entrego una bolsa con las monedas de oro, y se fue.
Después de unos meses el mercader regreso de su viaje ya que su hermana había recuperado la salud, y lo primero que hizo fue ir a ver a su amigo para que le regresara sus monedas de oro. Su amigo al verlo le dijo sorprendido: “Tengo terribles noticias. Tan pronto te fuiste coloque la bolsa con las monedas de oro en un cofre de madera con siete candados, pero yo no sabía que había ratas en mi casa. ¿Y no vas a creer lo que paso?. ¡Las ratas ruñeron el cofre de madera y se comieron las monedas de oro!. Tú sabes que las ratas tienen un gran apetito y que se comen casi todo”. El mercader le dijo tristemente: “ ¡Eso es terrible!. Ahora estoy completamente arruinado. Pero no te sientas culpable, yo sé que las ratas son muy peligrosas. Olvidemos esto y te espero mañana en mi casa para cenar”. Su amigo estuvo de acuerdo, y el mercader se fue. Pero antes de abandonar la casa de su amigo, fue al establo y sin que nadie lo viera, se llevó el mejor caballo que encontró. Cuando llego a su casa, escondió al animal para que nadie pudiera verlo. Al día siguiente su amigo llego para cenar, y tan pronto entro, le dijo: “He sufrido una perdida terrible. ¡Mi mejor caballo ha desparecido!. Lo busque en todas partes y no he podido encontrarlo, hasta fui al bosque pero parece como si la tierra se lo hubiera tragado”. El mercader le contesto: “Tal vez un búho se lo llevo. Anoche yo estaba mirando el cielo y vi a un búho que llevaba entre sus patas a un hermoso caballo”. Su amigo no le creyó y le dijo: “Esas son tonterías, ¿cómo podría un búho cargar un animal tan pesado?. “Todo es posible”, le contesto el mercader, y agregó: “Vivimos en un pueblo donde las ratas se comen el oro, ¿Por qué te sorprende que los búhos se roben los caballos?. Su amigo muy avergonzado le contesto: “Tienes razón, mi buen amigo. Por favor, perdóname. Te mentí, y te regresare el oro que te pertenece. ¡Caí en mi propia trampa!”. El mercader acepto sus disculpas, y esa misma noche le regreso el caballo.
Moraleja: Trata a los demás como quieres que te traten. No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti.