Cuando el reloj marca las siete en punto y las sombras se alargan sobre el suelo, los niños de Quebec corren a esconderse bajo sus sábanas, mientras sus padres cierran ventanas y puertas con manos temblorosas. No es por superstición… es por miedo. Porque desde hace más de dos siglos, una figura oscura emerge del bosque envuelta en neblina para cazar a los pequeños que aún no están dormidos. Nadie sabe de dónde vino, ni qué lo trajo, pero todos conocen su nombre:
El Hombre de las Siete de la Noche.

La última vez que la mama de Miguel lo vio jugando a la pelota en el jardín de su casa, fue a través de la ventana de la cocina. El sol se estaba ocultando, y ella esperaba que de un momento a otro el entrara por la puerta, se lavara las manos, y los dos se sentaran a la mesa para cenar.  En vano lo espero, y el nunca llego.  Ese día Miguel había salido temprano de la escuela, y su mama le había prometido que cuando terminara de hacer su tarea, él podría jugar más tiempo en el jardín, pero le impuso una condición; el debería regresar a su casa antes de la siete de la noche, ya que, de no ser así, algo terrible podría sucederle.  Miguel le aseguro que así lo haría, pero solo para que ella no le repitiera una vez más la misma historia de siempre.   Después tomo la pelota, y salió rápidamente al jardín cerrando la puerta detrás de él.  Varias horas pasaron y él no se dio cuenta de que empezaba a anochecer. Tampoco vio que una densa neblina se desplazaba lentamente a través de los árboles avanzando por el suelo dirigiéndose hacia él, hasta formar en el aire un tipo de figura que jamás había visto y mucho menos imaginado.   Fue entonces, cuando vio como la tenue luz de la luna iluminaba el rostro espectral de aquella entidad que había surgido de entre las sombras.  Quiso gritar, pero de su boca no salió ningún sonido.  El miedo lo había paralizado. Después, cerro los ojos con fuerza, sintió un terrible ardor y como si las mismas llamas del infierno los estuvieran consumiendo. Sus fuerzas lo habían abandonado, y aquella completa oscuridad se convirtió en un profundo sueño del que jamás despertó. Miguel se había convertido en una víctima más del “Hombre de las Siete de la Noche”.   

Este personaje extremadamente siniestro del folklore de la provincia de Quebec, surgió en el año 1800, y desde entonces se introduce a las casas para robarse a los niños que no se han dormido puntualmente a las siete de la noche, o que permanecen afuera de su casa divirtiéndose después de esa hora.  

Las pocas personas que lo han visto, y que vivieron para contarlo, lo han descrito como un anciano de alta estatura, que viste un abrigo negro, un sombrero de copa, y que carga sobre sus hombros un gran costal donde coloca a los niños desobedientes.  Posteriormente, se los lleva a su cueva perdida en las montañas, donde los devora tranquilamente esparciendo luego sus huesos cuidadosamente por todo el lugar, como si fueran trofeos.    

Otros han dicho que parece un demonio, y que es capaz de usar artimañas sorprendentes para atrapar a los niños.  Una noche un campesino lo vio en el momento preciso en el que atrapo a un niño que jugaba en el campo, y pudo observar como de su bolsillo extrajo un poco de arena mágica que luego lanzo directamente a los ojos del pequeño produciéndole un profundo sueño y así poder colocarlo más fácilmente adentro del costal.  Desafortunadamente, el campesino no pudo salvarlo, ya que estaba tan aterrorizado por lo que vio, que escapo de allí para alertar a los habitantes del pueblo.

Si estás solo y despierto en tu habitación después de las siete de la noche, muy seguramente escucharas golpes en el piso y las paredes, y eso significa que el Hombre de las Siete de la Noche ha llegado para llevarte con él.  Y si estas afuera de tu casa, lo mejor será que entres inmediatamente y te duermas, porque él se está acercando a ti envuelto en un denso humo negro.  De lo contrario, serás un niño más que jamás encontraran.

AUTOR: LEYENDA DE QUEBEC

RECOPILADO POR: KIDSINCO

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Recurso Externo:

• Que es una Leyenda – Wikipedia

THE SEVEN O’CLOCK MAN

The last time Miguel’s mother saw him playing ball in the garden of their house, it was through the kitchen window. The sun was setting, and she hoped that at any moment he would come through the door, wash his hands, and the two of them would sit down at the table for dinner. She waited in vain, and he never came. That day, Miguel had left school early, and his mother had promised him that when he finished doing his homework, he could play more time in the garden, but she imposed one condition; he should return home before seven o’clock at night, otherwise something terrible could happen to him. Miguel assured her that he would do so, but only so that she would not repeat the same old story to him once again. Then he took the ball and hurried out into the garden, closing the gate behind him. Several hours passed, and he did not realize that it was beginning to get dark. Nor did he see a dense mist creeping slowly through the trees, advancing across the ground toward him, forming in the air a kind of figure he had never seen, much less imagined. Then he saw how the dim light of the moon illuminated the spectral face of that entity that had emerged from the shadows. He wanted to scream, but no sound came out of his mouth. Fear had paralyzed him. Then, closing his eyes tightly, he felt a terrible burning and as if the very flames of hell were consuming them. His strength had abandoned him, and that complete darkness became a deep sleep from which he never awoke. Miguel had become one more victim of the “Man of the Seven at Night”.

This extremely sinister character from the folklore of the province of Quebec emerged in the year 1800, and since then, he has entered homes to steal children who have not fallen asleep promptly at seven o’clock at night, or who remain outside their home, or having fun after that time.

The few people who have seen him, and who lived to tell about him, have described him as a tall old man who wears a black coat, a top hat, and carries on his shoulders a large sack where he places disobedient children.  Later, he takes them to his lost cave in the mountains, where he calmly devours them, then carefully scatters their bones all over the place, as if they were trophies.

Others have said that he looks like a demon, and that he is capable of surprising tricks to ensnare children. One night a peasant saw him at the precise moment in which he caught a child who was playing in the field, and was able to observe how from his pocket he extracted a bit of magic sand that he then threw directly into the child’s eyes, producing a deep sleep and thus being able to place it more easily inside the sack. Unfortunately, the peasant could not save him, as he was so terrified by what he saw that he ran away to alert the villagers.

If you are alone and awake in your room after seven at night, you will most likely hear banging on the floor and walls, and that means that the Seven O’clock Man has arrived to take you with him. And if you are outside your house, you better go inside immediately and go to sleep, because he is approaching you wrapped in thick black smoke. Otherwise, you will be one more child they will never find.

AUTHOR: LEGEND FROM QUEBEC

COMPILED BY: K I D S I N C O