LUCAS, EL MONSTRUO AMABLE
En el mágico corazón de un bosque encantado, donde los destellos dorados del sol se filtraban entre las hojas de los árboles gigantes y las risas de las hadas resonaban en el aire, existía un monstruo peculiar llamado Lucas. Su presencia no era la típica de los monstruos de las pesadillas; más bien, era como un guardián amistoso de la naturaleza. Con su piel verde y su sonrisa perpetua, Lucas vivía en una cueva secreta, donde la ternura y la compasión tejían un tapiz de bondad a su alrededor. Aunque su corazón irradiaba luz, Lucas lidiaba en la penumbra de la soledad, anhelando la conexión que el mundo exterior le negaba. Este es el cuento de cómo un encuentro inesperado cambiaría la vida de Lucas para siempre.
En un bosque de cuento de hadas, donde los árboles eran tan altos como las nubes y las flores tan coloridas como el arcoíris, vivía un monstruo llamado Lucas. El no era como los monstruos que se veían en las películas. No tenía cuernos ni colmillos, pero era grande y fuerte, y su piel verde era suave como el terciopelo. A pesar de su apariencia que para algunos resultaba aterradora, su corazón era bondadoso y compasivo, y siempre estaba sonriendo.
Este monstruo vivía en una cueva en lo profundo del bosque. Pasaba sus días recogiendo flores para los animales, ayudaba a los que estaban heridos, y siempre estaba dispuesto a escuchar sus problemas y a consolarlos. Era amable y cariñoso, pero la gente no lo sabía. Ellos ignoraban que Lucas sufría de una gran soledad. En realidad, anhelaba la amistad y el afecto de los niños del pueblo, pero siempre que intentaba acercárseles, ellos se asustaban y se alejaban corriendo. El sabia el miedo que les causaba y que lo consideraban peligroso, por eso en muchas ocasiones solo se sentaba en la oscuridad y desde lo lejos los observaba jugar deseando ser parte de sus risas y de sus juegos.
Cierto día, una niña llamada Sofía estaba de paseo con su familia en el bosque cuando repentinamente se separó de ellos y se perdió. Sin saber que hacer, ni hacia dónde dirigirse, se sentó debajo de un árbol y comenzó a llorar desconsoladamente. Lucas, al escuchar su llanto, salió de la cueva, se le acerco lentamente, y le pregunto: “¿Te encuentras bien?”. La niña levantó la vista y al ver al monstruo se aterrorizo, pero armándose de valor, le contesto: “Estoy perdida, y no sé cómo regresar a casa”. El le sonrió amablemente, y le dijo: “No te preocupes, te ayudaré a encontrar a tu familia”. Después, la tomo de la mano y la llevo de regreso al pueblo.
Al llegar, la gente se encontraba reunida en la plaza principal planeando adentrarse al bosque para buscar a la niña. Cuando Lucas y Sofia se acercaron, todos los miraron sorprendidos. Nunca imaginaron que aquel monstruo al que tanto temían, les había devuelto a la pequeña. Los padres al verla corrieron a abrazarla y le agradecieron a Lucas por ayudarla y llevarla de regreso a su hogar. El estaba feliz porque sabía que ahora tenía una nueva amiga, y ya nunca más se sentiría solo. ¡Esa noche fue la más feliz de su vida! Bailó con los niños, cantó con ellos, y les contó historias divertidas de los animales del bosque. Por fin, se sentía como en casa.
Desde ese día dejó de sufrir la soledad que lo atormentaba. Se convirtió en un amigo muy querido, y todos en el pueblo lo admiraban por su bondad y generosidad. El había aprendido que a pesar de su apariencia física, podía ser respetado y aceptado por los demás.
Mientras tanto, en el bosque los animales celebraron la amistad de Lucas y Sofía. Los pájaros cantaron dulces melodías, los conejos saltaron de alegría, y hasta los árboles extendieron sus ramas para bailar. La naturaleza entera se unió en una danza mágica para celebrar que lucas finalmente había encontrado la felicidad y su lugar en el mundo.
Y así, en el bosque donde los sueños se entrelazan con la realidad, Lucas encontró su hogar entre risas y amistades sinceras. El pueblo que alguna vez temió su presencia ahora lo aclamaba como un héroe generoso y amable. Las noches se llenaron de canciones alegres y cuentos encantadores mientras Lucas compartía la magia de su amistad con todos los que lo rodeaban. Los pájaros y los conejos, testigos silenciosos de esta transformación, continuaron cantando y saltando, extendiendo su alegría a través de los árboles que, agradecidos, bailaron con la brisa. El bosque celebró la magia de la amistad, recordándonos que incluso los monstruos más inusuales pueden hallar la felicidad cuando encuentran un lugar donde pertenecer. Y así, en este rincón especial del mundo, la leyenda de Lucas, el monstruo amable, vivió en los corazones de aquellos que aprendieron a mirar más allá de las apariencias y abrazar la belleza que yace en la diversidad.
AUTOR: K I D S I N C O