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El Tigre y los Changos

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EL TIGRE Y LOS CHANGOS

Estaba amaneciendo y el viento soplaba ligeramente meciendo las hojas de los frondosos árboles del bosque.  Los pájaros entonaban una dulce melodía, al tiempo que el resto de los animales se despertaba y lentamente salían de sus guaridas para disfrutar de un nuevo día. 

Repentinamente, de entre los árboles emergió rugiendo y caminando lentamente un majestuoso tigre de mirada hostil, que al mostrar sus afilados colmillos anunciaba el destino mortal del primer animal indefenso que tuviera a su alcance.  Al verlo todos se impresionaron, pero después reaccionaron huyendo atemorizados para escapar de sus filosas garras; hasta los changos, que aunque se encontraban seguros en lo más alto de un árbol, sentían terror de aquel espantoso animal.

El tigre se detuvo, y al percibir el silencio y la soledad de aquel lugar, grito encolerizado: “¡Tengo mucha hambre y no me iré de aquí hasta que haya saciado mi apetito!”.  Luego, como era muy astuto, se lanzó con fuerza al suelo y fingió que estaba muerto.  Los changos lo miraron incrédulos y permanecieron observándolo por un largo rato.  Después, uno de ellos empezó a saltar alegremente, y dijo: “Voy a bajar, pero si veo que empieza a moverse, subiré rápidamente”.  Entonces, el osado chango bajo del árbol, y cautelosamente se le acercó al tigre y empezó a olerlo y a tocarlo repetidamente para cerciorarse de que estaba realmente muerto.  “Ya no tengo ninguna duda” – él pensó – y levantando sus brazos grito muy contento: “¡Vengan que ya empieza a oler el difunto!”.  En seguida, los changos empezaron a bajar del árbol alegres y juguetones y se le acercaron al tigre. Unos empezaron a saltarle encima al tiempo que le estiraban las patas burlándose de él, mientras que otros se fingían muertos y lo imitaban.  Así estuvieron mucho tiempo, hasta que el tigre sintió que sus presas ya estaban fatigadas de tanto correr, saltar, y de hacer monadas.  Después, se levantó velozmente, y más feroz que nunca empezó a atacarlos y a devorarlos salvajemente. 

Aquella fiera con su actitud había demostrado que el peor enemigo es el que aparenta que no puede causar daño, porque intenta inspirando confianza asegurar su golpe de venganza. 

AUTOR: FÉLIX MARÍA SAMANIEGO

ADAPTADO POR: KIDSINCO

 

 

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